09 mayo 2006


Jerry González & Javier Colina (y III)

Hola de nuevo. Está bien. Quizá sea adecuado poner fin al culebrón Jerry González & Javier Colina con la reproducción de esta crónica publicada en el Noticias de Gipuzkoa el sábado 6 de mayo.
Igual parece excesivo haber dedicado tres post al mismo tema, pero es una forma de aprovechar información. Y qué carajo. Casi sin darnos cuenta ya hemos superado los tres días de vida. Ayer bromeaba con una compañera de trabajo y le decía que este blog no iba a durar más de una semana. Es posible. Por ahora llevamos media. Sigue la cuenta atrás...



Disfrute absoluto

Por Juan G. Andrés

JERRY GONZÁLEZ & JAVIER COLINA.
Fecha y lugar. Jueves, 4 de mayo, Be Bop Bar (Donostia).

Intérpretes. Jerry González (trompeta, fliscorno y cajón flamenco), Javier Colina (contrabajo).

Es un alivio entrar al Be Bop Bar y ver el local despejado de guiris y aborígenes cocidos como culebras. Es motivo de orgullo y satisfacción comprobar, además, que en el tocadiscos suena música jazz y no pachanga o raggaton. Y el no va más es que una noche lluviosa de jueves aparezcan sobre el escenario el trompetista neoyorquino Jerry González y el contrabajista navarro Javier Colina, un dúo inusual. "Esto se avisa", decía alguno, quejándose de la poca publicidad que se le había dado a un evento de tal magnitud. Con la impuntualidad propia de los grandes jazzmen, andares de anciano, gafas de sol y una boina calada hasta las cejas, el neoyorquino sale a escena y comienza a soplar la trompeta, coronada por una sordina repleta de abolladuras. Mientras, los ágiles dedos de Colina recorren las cuerdas de su contrabajo. Hasta aquí todo correcto: jazz perfectamente ejecutado pero cercano a la ortodoxia. Pero súbitamente, González deja la trompeta en el suelo y se pone a tocar el cajón flamenco. El diálogo entre bajo y cajón puede resultar exótico para el neófito, pero cuando el oyente entra en el juego, éste se convierte en un disfrute absoluto, sobre todo cuando el navarro toca su instrumento haciendo uso del arco. Sólo en una ocasión, tras el descanso, cambia el neoyorquino la trompeta por el fliscorno. El tío Jerry no estuvo excesivamente comunicativo, salvo cuando abroncó a un grupo de ruidosos que enmudecieron al escuchar su ronco bramido: "¡Silencio, cuando les oígo me molestan. No hablen mientras estoy tocando!". Predominaron los standards y hubo menos jazz latino de lo anunciado, pero se escucharon ritmos sabrosones en los que Colina, colaborador de músicos como Chano Domínguez y Bebo Valdés, brilló especialmente.

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