01 septiembre 2007

'Un Picasso'


Verdadero o falso

Fecha y lugar. 30/08/07. Teatro Principal. Donostia. Intérpretes. José Sacristán (Pablo Picasso) Sonia Castelo (Miss Fischer). Obra. 'Un Picasso', escrita por Jeffrey Hatcher. Versión. Nacho Artime. Dirección. José Sacristán.

Basada texto original de Jeffrey Hatcher, Un Picasso es una adaptación de Nacho Artime que dirige y protagoniza en el teatro el actor José Sacristán. Esta atractiva propuesta escénica descansa sobre un hecho que pudo suceder en realidad. O no. En el París ocupado de 1941, Pablo Picasso (Sacristán) es conducido a unas lúgubres catacumbas en las que una funcionaria nazi (Sonia Castelo) le interroga. Su intención es conocer si tres cuadros que llevan su firma son originales o burdas falsificaciones. Durante la conversación, se establece entre los dos personajes un juego de tensión dialéctica al que el público asiste con inusitado e inevitable interés mientras trata de descubrir si las palabras que ambos pronuncian son verdaderas o falsas.

La obra, por tanto, se sustenta en un desfile de verdades y mentiras que dejan entrever la dualidad de unos personajes que huyen del maniqueísmo: ni la enviada del doctor Goebbels es todo lo mala que parece ni Picasso es, como ya es sabido, un mirlo blanco. Ambos carácteres se desnudan psicológicamente y ponen de manifiesto sus grandezas, sus contradicciones y sus miserias. El autor ha pintado a Picasso como el genio que fue, pero también como un individuo emocional, sentimental, socarrón, cerebral, carnal e irremediablemente genital.

Siempre es un gustazo contemplar lo que una bestia escénica y de la declamación como José Sacristán puede llegar a hacer sobre el escenario de un teatro o ante una cámara de cine. Y el placer puede ser mayor aún si le acompaña alguien con los arrestos suficientes para darle la réplica con total solvencia. Es el caso de Castelo, inmejorable cómplice en esta telaraña de seducciones.

En ningún momento decae el ágil texto de esta obra austera en las formas -en verdad, todo se reduce a un bonito decorado y a un interesante diálogo a dos voces- pero jugosa en su contenido y capaz de abordar grandes temas como el amor, la traición, el sexo, el arte y la guerra.

El preciosista final del montaje raya en lo ambiguo pero permite al espectador salir de la sala con una única certeza: que Picasso sólo sabía plantar cara a la vida, a la muerte, al desengaño, a los conflictos y al desamor de un único modo: a través del arte.



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