29 enero 2009

Entrevista con Christina Rosenvinge en Donostia

"Ahora estoy cómoda con mi voz; he encontrado un modo de hacer música potente cantando suave"

Christina Rosenvinge (Madrid, 1964) ofreció el martes un concierto en la FNAC de Donostia donde presentó en solitario 'Tu labio superior', una nueva colección de canciones marcadas por el desamor y tocadas por una fina ironía. El 6 de febrero actuará con su banda al completo en Bilborock

Donostia. Cerró su trilogía americana con Continental 62 (2006) y lanzó un disco compartido con Nacho Vegas, Verano fatal (2007). El año pasado regresó con Tu labio superior, once piezas cantadas en español que suponen el feliz retorno de Christina Rosenvinge al pop.

¿En qué se diferencia 'Tu labio superior' de trabajos anteriores?

En los tres últimos discos me había centrado en buscar música más original, que no utilizara esquemas clásicos. En este nuevo, en cambio, he querido volver a hacer cosas un poco más clásicas, más sencillas, con un planteamiento muy directo.

¿Por qué?

Cuando terminé la producción de Continental 62 y volví de Estados Unidos empecé a tocar y me di cuenta de que había una distancia entre la música que estaba haciendo y el público. Así que comencé a escribir canciones que instintivamente me salían más ligeras y llegaban mejor a la gente.

Que el disco esté cantado íntegramente en español también ayudará.

Eso también ha sido algo instintivo. Cuando estaba en Estados Unidos las canciones me salían en inglés y ahora que vivo en Madrid escribo en castellano. Hacer lo contrario sería algo forzado. Soy una persona permeable y lo que pasa a través de mí termina saliendo en mis canciones.

El pop de estribillos pegadizos domina el disco, pero también es notable su querencia por el rock.

La premisa era crear temas sencillos y los primeros que escribí iban en esa onda. Las últimas, sin embargo, eran canciones compuestas al piano, más oscuras y enrevesadas.

Y algunas, como 'Alta tensión', crean atmósferas muy atractivas.

Al igual que mis discos en inglés, esa canción tiene cierto aire conceptual. Alta tensión o Eclipse, además, son temas que no podría haber escrito antes, cuando componía sólo con guitarra. Emplear el piano ha supuesto para mí una renovación en cuanto al tipo de estructura y sonoridad de las canciones. Salen cosas inesperadas...

¿Qué puede decir de la única versión que contiene el álbum?

Por la noche es una adaptación al castellano de un blues de Leroy Carr, In the evening. La hemos grabado según la versión de Chris Brokaw y Geoff Farina. Lo que aparece en el disco es prácticamente la segunda toma, apenas ensayamos, casi no hablamos, pero tiene una atmósfera muy especial. Es como una canción de Jane Birkin.

Su mención a Jane Birkin no parece casual. La influencia de la 'chanson' francesa en su música es notable.

Es una referencia constante para mí. Si en su día no hubiera escuchado a Françoise Hardy no habría sido cantante jamás. Me gustaban The Clash, Patti Smith y la voz de Chrissie Hynde, pero hasta que no empecé a oír música francesa no supe que ése era el sitio en el que yo me iba a mover.

¿Cómo se lleva con su particular voz?

Todos los cantantes tenemos una relación extraña con nuestra voz. Es como si no nos reconociéramos en ella, pero puedo decir que ahora mismo me siento bastante cómoda con mi voz, porque he encontrado una manera de hacer música potente cantando suave.

Con un tono susurrante cargado de sensualidad...

No es algo impostado, me sale cantar de esa manera y no lo veo como algo peyorativo. Me gusta que mi música tenga un cierto contenido sexual. Porque para mí, por ejemplo, la obra de Leonard Cohen tiene un componente sexual e intelectual.

¿Y sus nuevas letras?

En este disco he vuelto a las letras lúdicas y juguetonas pero que mantienen algo de ironía. He tratado de huir del oscurantismo y del pesimismo y que los textos tuvieran más luz aunque hablen de amores desesperanzados...

En ese sentido, el humor negro es también un ingrediente importante... Como en 'Anoche'.

Escribí ese tema como reacción a mi separación (del escritor Ray Loriga) y como forma de encarar positivamente la situación. Al final, el material que utilizo para escribir mis canciones es mi propia vida. Es el único modo de que los temas sean reales y lleguen a la gente.

Una última pregunta. ¿Qué hay de sus proyectos anteriores en su música actual?

(Sonríe) En Álex y Christina, por ejemplo, aprendí a escribir letras juguetonas. ¡Chas! y aparezco a tu lado o Mil cambios de color eran temas sencillos e ingenuos pero imaginativos, que servían para parecer frívolo sin serlo. De algún modo, eso lo he conservado. Y después, con Christina y Los Subterráneos empecé a hacer canciones más contundentes con acordes más primarios.

La gran nevada del 8 de enero de 2009 (II)

Ondarreta

Concierto de Calexico en el Victoria Eugenia


La frontera de la perfección

Fecha y lugar. 17/01/09. Donostia. Victoria Eugenia. Intérpretes. Joey Burns (voz y guitarras), John Convertino (batería y percusión), Paul Niehaus (guitarra, steel guitar), Jairo Zavala (guitarra), Jacob Valenzuela (teclados, trompeta), Martin Wenk (acordeón, guitarra, sintetizadores, trompeta), Volker Zander (trompeta). . Incidencias. El teatro registró un lleno total.

Sería feo además de injusto iniciar esta crónica sin una mención expresa a Jairo Zavala, ex vocalista del grupo Vacazul embarcado ahora en el proyecto DePedro. El madrileño ha cantado y tocado en Carried to Dust (2008), el último disco de Calexico, y los de Arizona le han devuelto el favor llevándole con ellos en su actual gira europea, que aterrizó recientemente en Donostia. A modo de entremés, pero con los estadounidenses como miembros de su banda, Zavala desgranó sus letras y músicas inteligentes. Cantadas con una voz muy singular, plena de soul, piezas como Te sigo soñando , Two parts in one, Como el viento o Llorona -genial homenaje a Chavela Vargas- suenan maduras a pesar de su juventud.

Tras el sabroso prólogo, Jairo se retiró a un segundo plano como séptimo miembro de Calexico. Solos sobre las tablas, Convertino y Niehaus introdujeron Bisbee Blue con la acústica y la steel guitar hasta que la banda al completo saltó a la arena para rescatar temas más o menos antiguos entre los que brilló el alucinante Sunken Waltz con su melodía de acordeón.

La parte central del concierto la monopolizó el álbum Carried to Dust. Primero le hincaron el diente a la emocionante Man Made Lake, aderezada con las dosis justas de distorsión, y la instrumental El Gatillo desató el delirio mariachi gracias al vendaval trompetero y al silbido made in Morricone. Inspiración, cantada en el disco por Amparo Sánchez, sonó en la voz del trompetista Jacob Valenzuela antes de acometer Writer's Minor Holiday, deudora del rock alternativo de Giant Sand, combo en el que militaron Convertino y Burns junto al gran Howe Gelb.

Los adalides del rock fronterizo también interpretaron canciones más relajadas pero muy atmosféricas, como Two Silver Trees, poseedora de un pegadizo riff de vibráfono, o la magnífica e intimista The News About William, embellecida por el dúo trompa-trompeta. Da gusto oír tocar y cantar a Burns y siempre es un placer deleitarse con la certera y versátil pegada de Convertino, que toca la batería doctamente, sin despeinarse, y lo mismo acaricia las cajas con las escobillas que en una mano sujeta una baqueta y en la otra las maracas. Con todos esos mimbres la banda facturó un sonido más que pulcro y sus integrantes parecieron disfrutar tanto o más que el público.

Mientras, la intensidad del bolo crecía a medida que éste se acercaba a su fin. Hubo varios bises, entre ellos el reciente Victor Jara's Hands y el vetusto Scout, un atronador dúo para guitarra eléctrica y batería en el que los líderes del conjunto se despacharon a placer. En la traca final no faltaron los ritmos mariachis como en el corrido Corona, que ilustra a la perfección la riqueza sonora del grupo.

Controlar los resortes del rock, el folk, el tex-mex, la música latina o incluso el jazz no garantiza a priori el éxito de la mezcla de estilos, pero la ecléctica propuesta de Calexico suena sincera, coherente y natural. No se advierten en su polvorienta música síntomas de afectación. Nada hay de forzado en las inclinaciones surferas de un tema como The Ride (part II) ni en ejemplos tan explosivos como Minas de Cobre, que sonó potente, chicano, con aires de spaguetti western. Incluso la versión del majestuoso Alone Again or parecía engendrada por ellos y no por el grupo sesentero Love… La enésima prueba de que Calexico atravesó hace tiempo la frontera de la perfección.




CALEXICO
Donostia, 17/01/09


Setlist facilitado por el grupo a la prensa
(no tocaron algunos temas y otros cambiaron de orden)

01 Bisbee Blue
02 Quatro
03 Sunken Waltz
04 Roka
05 Man Made Lake
06 El Gatillo
07 Inspiracion
08 Writers Minor Holiday
09 The News About William
10 Bend To The Road
11 Two Silver Trees
12 Minas de cobre
13 House Of Valparaiso
14 Black Heart
15 Alone Again Or
16 Fractured Air
17 Crystal Frontier

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18 Scout
19 Victor Jara's Hands
20 Guero Canelo

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Corona / In The Reins / The Ride 2

20 enero 2009

Bicentenario de Edgar Allan Poe


El aniversario del nacimiento de Edgar Allan Poe ha propiciado que
El Humilde Fotero del Pánico cambie la cámara de fotos por el lápiz y el rotulador para presentar, por primera vez y sin que sirva de precedente, un dibujo perpetrado por él mismo. Por el mismo precio os adjunto el reportaje sobre el escritor maldito...


Dos siglos con Poe

LAS biografías y reediciones motivadas por el bicentenario de Edgar Allan Poe pueden ser la excusa perfecta para descubrir -o reencontrar- los inmensos ojos de Ligeia y los blancos dientes de Berenice; adentrarse en el reino junto al mar de la hermosa Annabel Lee y transitar por una oscura bodega en busca de un barril de amontillado: para sentir el miedo al entierro prematuro o sufrir alucinaciones provocadas por el opio; para recorrer las estancias de la lúgubre mansión de Roderick Usher, sentir la maléfica presencia de cuervos y gatos negros o para ser deslumbrado por la lógica analítica del chevalier Auguste Dupin.

Resulta más que obvio aseverar que la sombra de Poe, de cuyo nacimiento acaban de cumplirse dos siglos, es alargada. Pero la afirmación no puede ser más atinada. Baudelaire, que le idolatraba hasta lo indecible, aseguraba de él que "ningún hombre ha contado con semejante magia las excepciones de la vida humana y la naturaleza". Conan Doyle se preguntaba "dónde estaba la literatura policiaca antes de que Poe le insuflara el aliento de vida" y H.P. Lovecraft lo ensalzaba como fundador de "un nuevo modelo de realismo en los anales del horror literario". Son sólo algunos de los infinitos elogios que insignes autores han vertido sobre el más maldito de los escritores malditos, el hombre que elevó el relato de horror a la categoría de arte e impulsó géneros como la literatura policiaca o la ciencia ficción.

INFANCIA
Una vida novelesca

Edgar Poe, hijo de una pareja de actores, nació el 19 de enero de 1809 en Boston. Su padre no tardó en morir -o abandonarle- y su madre falleció de tuberculosis cuando él aún no había cumplido tres años. Poco podía imaginar entonces el pequeño Edgar que la figura de una mujer fallecida prematuramente se convertiría en uno de sus principales recursos argumentales.

Una acaudalada familia de Richmond (Virginia) lo acogió en su seno y le prestó su apellido -Allan- aunque no llegara a adoptarlo legalmente. Durante su infancia mostró interés por la poesía y en su breve época de universitario se agravaron las desavenencias que siempre tuvo con su padrastro, que se negó a seguir subvencionando la vida disoluta del joven. Quizá para intentar apartarse del juego y el alcohol ingresó en el Ejército y estudió un tiempo en la academia militar de West Point. Sus biógrafos fijan el inicio de su carrera literaria en 1827, año de la publicación de Tamerlane y otros poemas .

Retomó el contacto con su familia biológica y vivió un tiempo en Baltimore con su querida tía Mary Clemm. En la siguiente década comenzó a publicar relatos que cimentaron su fama como escritor. En 1835 se casó con su prima Virginia Eliza Clemm, la hija de su tía Mary: él tenía 26 años y ella sólo trece. Trabajó como crítico y periodista en distintas publicaciones, de alguna de las cuales fue expulsado por sus problemas con la bebida. En 1838 su única novela, Las aventuras de Arthur Gordon Pym , alcanzó un gran éxito, y poco después vio la luz el volumen Cuentos de lo grotesco y arabesco , que incluía algunas de sus mejores piezas como La caída de la Casa Usher o Ligeia , su preferida.

ÚLTIMOS DÍAS
Muerte de un inmortal

En 1842 su esposa sufrió los primeros síntomas de la tuberculosis que cinco años después terminó con su vida y apresuró su caída al abismo. "Mis enemigos atribuyeron la locura a la bebida en lugar de atribuir la bebida a la locura", decía el autor que, pese a todo, conoció entonces lo más parecido a la gloria literaria con el poema El cuervo. Tras la muerte de Virginia quedó más desorientado que nunca. El 3 de octubre de 1849 vagaba errante por las calles de Baltimore, donde según la biografía de Julio Cortázar, pudo ser engañado por unos truhanes que lo emborracharon para hacerle votar en más de un comicio. Su frágil salud no soportó el mazazo del delirium tremens y sus visiones. "Que Dios ayude a mi pobre alma", aseguran que dijo antes de morir para vivir eternamente en la posteridad.

Es posible que hoy se repita una tradición que, según dicen, comenzó en 1949. Todas las madrugadas del 29 de enero una mano invisible coloca media botella de coñac y tres rosas rojas sobre la tumba de Edgar Allan Poe en Baltimore. Un homenaje con tintes de leyenda urbana que bien podría haber sido concebida por la inmortal pluma del malogrado escritor.


Su indeleble huella en el cine

Ya en los tiempos del cine mudo se encuentran los rastros de la obra de Edgar Allan Poe, aunque hasta los años 30 Bela Lugosi y Boris Karloff no realizan las primeras contribuciones destacables en adaptaciones como Satanás (1934) y El cuervo (1935). El maestro de la serie B, Roger Corman, firmó un ramillete de películas tan notables como La caída de la Casa Usher (1960), El péndulo de la muerte (1961), La obsesión (1963) o La tumba de Ligeia (1964), muchas de ellas protagonizadas por el ilustre Vincent Price. En España directores como Jesús Franco o Narciso Ibáñez Serrador han revisitado a Poe. Tinieblas González adaptó El cuervo en un cortometraje y Raúl García recreó El corazón delator en dibujos animados. La serie Los Simpsons y Tim Burton también han recurrido a Poe en más de una ocasión >j.g.a.

Su interminable estela en la música

La obra del artista estadounidense sirvió de inspiración y materia prima tanto a compositores clásicos como Rachmaninov o Debussy como a autores más cercanos en el tiempo. En Like Tom Thumb's Blues Bob Dylan mencionaba la calle Morgue de Poe, que también empleó en otra canción el grupo Iron Maiden. The Beatles colocaron un retrato del escritor entre las muchas celebridades que ilustraron su álbum Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band y mencionaron su figura en la canción I am the Walrus . El poema Annabel Lee , cumbre poética de Poe junto a El cuervo y Ulalume , ha sido transformado en canción por artistas tan dispares como Joan Baez, Silvio Rodríguez y Radio Futura. Uno de los homenajes más recientes es The Raven , disco conceptual que Lou Reed grabó en 2003. >j.g.a.

Su influjo en la literatura

Decía Borges -el otro argentino que, junto a Cortázar, más admiró al estadounidense- que "la literatura actual es inconcebible sin Walt Whitman y sin Poe", uno de los autores con más predicamento en la literatura del último siglo y medio. En lo referido a sus compatriotas, es más que evidente la influencia que ejerció en escritores como Ambrose Bierce, H.P. Lovecraft o incluso Ray Bradbury, maestro de la ciencia ficción. Difícilmente podría entenderse la obra de sir Arthur Conan Doyle y un personaje como Sherlock Holmes sin el influjo de Los crímenes de la calle Morgue (1841), El misterio de Marie Rogêt (1842) y La carta robada (1844), los tres relatos protagonizados por el investigador Auguste Dupin.Tampoco es difícil advertir la influencia de Edgar Allan Poe en obras como El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde , de R.L. Stevenson, y El retrato de Dorian Gray , de Oscar Wilde. Baudelaire fue el autor galo que más admiración profesó al escritor norteamericano junto a Stéphane Mallarmé, que lo consideraba "el dios intelectual de nuestro siglo". Julio Verne, por su parte, firmó una continuación de Las aventuras de Arthur Gordon Pym titulada La esfinge de los hielos . Rubén Darío le declaró "príncipe de los poetas malditos", mientras que el primer mandamiento de Horacio Quiroga reza: "Cree en un maestro -Poe, Maupasssant, Kipling, Chéjov- como en Dios mismo".

13 enero 2009

'Terrat Pack' en el Kursaal de Donostia

Reyes catódicos sobre las tablas

POCAS veces habrá programado Donostia Kultura una función teatral con un éxito tan rotundo. El pasado fin de semana Andreu Buenafuente y sus compinches del Terrat Pack -Berto Romero, Jose Corbacho y Jordi Évole- llenaron dos días consecutivos el aforo del Auditorio Kursaal con un público absolutamente fiel y predispuesto a reír a mandíbula batiente.

El cuarteto más dicharachero de La Sexta ha cambiado la caja lista -la suya no tiene nada de tonta- por las tablas y se ha embarcado en una selectiva gira que arrancó hace pocos meses.La fórmula elegida para su debut escénico no puede ser más convencional y efectiva: cuatro personajes, cuatro monólogos. Hace unos días el propio Berto Romero decía que "las risas entre amigos son siempre más naturales" y que el "buen rollo" entre los cuatro se notaba en el escenario. El problema del espectáculo es que los discursos están planteados casi como compartimentos estancos. Primero sale Corbacho, luego Berto, después el Follonero (Évole) y por último Buenafuente: los cuatro sólo coinciden unos segundos al darse el relevo y cinco minutos al final del montaje.

Y ahí es precisamente donde más flaquea Terrat Pack , una propuesta que, pese a verse con la sonrisa perpetuamente instalada en el rostro, funcionaría mejor si sus protagonistas interactuaran más y apostaran por el diálogo en lugar de atrincherarse en el manido género del monólogo. Máxime cuando algunos pasajes, especialmente los recitados por Buenafuente, han sido vistos y oídos en su programa de televisión.

No cabe duda de que el showman catalán es un gran histrión cuyo trabajo posee mucho de teatral. Pero su medio natural es la televisión. La gran obra de Andreu, rey catódico, se desarrolla al otro lado de la pantalla, de lunes a jueves, al filo de la medianoche. Es en ese campo en el que Buenafuente y sus fieles escuderos pueden aportar más y donde no tienen rival, gracias a uno de los pocos programas que, no sólo se ven sin sentir vergüenza ajena, sino que figuran entre lo mejor del momento.

No obstante, ni el público ni el arriba firmante se detuvieron demasiado en divagaciones como las expuestas. Seguramente porque estaban ocupados en dar rienda suelta a las continuas carcajadas que les arrancaron los cuatro humoristas que, por una noche, no hicieron su trabajo al otro lado de la pantalla, sino que actuaron de cuerpo presente en el Kursaal donostiarra.