22 mayo 2009

Concierto de Jackson Browne en Donostia


Bonito es

Fecha y lugar.
19/05/2009. Victoria Eugenia. Donostia. Intérpretes. Jackson Browne (voz, guitarra), Mark Goldenberg (guitarra), Kevin McCormick (bajo), Jeff Young (teclados, voz), Mauricio Lewak (batería), Chavonne Morris (voz), Althea Mills (voz). Incidencias. El concierto duró algo más de dos horas y media con un descanso de unos 20 minutos.

EL público donostiarra ardía en deseos de volver a verle y lo demostró abarrotando el Victoria Eugenia. Antes del concierto un amigo vasco que había charlado con él unos minutos reveló que el californiano llegaba con la garganta un tanto tocada, pero lo cierto es que no se noto más que en dos ocasiones, porque Jackson Browne es un vocalista fino incluso cuando se confunde.

Empezó enérgico con Boulevard y dulce con Barricades of Heaven, y cambió las seis cuerdas por los teclados en Fountain of Sorrow. Los apuntes de steel guitar hicieron aún más hermosa la sobrecogedora These Days, balada compuesta a la mayor gloria de Nico y que ilustra a la perfección el carácter preciosista -que no barroco ni edulcorado- del pop de Browne, al que no le falta ni le sobra nada.

De su último álbum interpretó la homónima Time the Conqueror, Live nude cabaret, Giving that Heaven away y Off of wonderland, "una canción que habla de que el amor puede cambiar el mundo". "Algo en lo que todavía algunos creen, incluido yo", puntualizó. Y fue tocando distintos instrumentos de su arsenal de guitarras, todas perfectamente amaestradas para alumbrar un sonido pulcro y perfecto al que tal vez le falte un poco de peligro, porque algunos espectadores, como uno que demandó rock and roll a voz en grito, habrían disfrutado más si Browne hubiese sido un poco más agresivo. Qué lástima que no abundaran momentos como el que cerró la primera parte de la velada con Doctor my Eyes y About my Imagination, dos temazos que ensambló para forjar un explosivo clímax a base de soul, rock semiduro, unas gotas de groove e incluso un gospel maravilloso.

Tras el bajón del intermedio de 20 minutos, regresó invocando el espíritu del folk con Something fine, una antigua y desnuda tonada a la que siguieron la agitada I'm Alive y dos composiciones comprometidas: la antibelicista Lives in the balance , adornada con ecos flamencos, y la tropical Going down to Cuba, incluida, como Just Say Yeah, en el último disco. Evidenció su fuerte conexión con España dedicando Bright Baby Blues al finado Antonio Vega y cerró la segunda parte con Late for the Sky, The Pretender y la trotona y colosal Running on Empty, con la que sació un poco la sed de rock del personal.

En los bises obvió su hit más conocido, Stay, pero regaló la pegadiza Take it Easy que escribió para los Eagles y dedicó al País Vasco I Am a Patriot, emperejilada con un toque de marchoso reggae.

Todo, por supuesto, sin que al amigo Jackson se le moviera un solo cabello de su fina melena. Un poco más de garra y de nervio es, quizá, lo único que se le puede pedir a un show que, por lo demás, es intachablemente bonito y elegante.

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